Vivimos en una sociedad adicta a los “Días de”. James Bond no podía ser menos y hoy 5 de octubre también celebra su Día Mundial. Increíble o no, desde Carsmarobe no queremos pasar sin hacerle un merecido homenaje… Aunque, con permiso del Sr. 007, no a su figura, sino más bien a su alucinante colección de vehículos. Así pues, allá vamos con:

Los Coches Bond

Y es que el agente secreto más conocido de la gran y pequeña pantalla, siempre ha sabido lucir con gracia sus elegantes esmóquines en auténticas joyas sobre ruedas.

En Dr. No (1962), Sean Connery daba el pistoletazo de salida a una saga que a día de hoy contiene dos docenas de películas. Y no lo hacía sobre cualquier montura. Fue un flamante Chevrolet Bel Air convertible negro el que lanzó a Connery a sumar 6 entregas en el traje del agente inglés.

Tras este primer tesoro firmado por una división de la General Motors Corporation, siguieron otros no menos destacables. Bond siempre ha sabido elegir bien su medio de transporte, y así, tras recorrer Rusia con amor (1963) en un Bentley Mark IV, comenzó a decantarse por la señorial casa “Martin, Aston Martin”. Tanto en Goldfinger (1964) como Operación Trueno (1965), 007 eligió la carrocería del Aston Martin DB5. Y aunque se tomó un respiro en Sólo se vive dos veces (1967), repitió, eso sí, con George Lazenby en el papel (junto a Pierce Brosnan, único actor no británico del reparto Bond), con nueva versión en Al servicio secreto de Su Majestad (1969).

Dicen que los coches de alta alcurnia tienen personalidad propia. Y así debió ser con la “colección Bond”, que echando de menos a su anterior piloto, logró que Connery volviera una entrega más con Diamantes para la eternidad (1971). Y no obstante fue la última (dicen que todo lo bueno se acaba), dejando paso a Roger Moore y 7 nuevas películas. Con cambio drástico incluido en las cuatro ruedas del agente inglés más conocido, que apostó en El espía que me amó (1977) y Sólo para sus ojos (1981) por Lotus y su modelo Espirit y Espirit Turbo.

El cambio de género no dejó indiferente, y en Octopussy (1983) intentó otro giro de tuerca con un Range Rover, alejándose cada vez más del estilo clásico y elegante de las primeras entregas. La nueva imagen no caló y James Bond asumió un cambio físico y “automotivo”: Timothy Dalton fue la nueva piel del agente en Alta Tensión (1987) y Licencia para Matar (1989), que recuperaron la línea Connery con un Aston Martin Vantage y después un Rolls-Royce Silver Shadow.

Pero el peso del gran Aston Martin DB5, insignia del 007 más aclamado, pudieron con la casa Royce, y Pierce Brosnan se estrenó en el papel conduciendo de nuevo esta carrocería. Eso sí, dejando espacio en alguna escena a un BMW Z3 más acorde con los años 90 que ya vivía el agente secreto. Así se rodó Goldeneye (1995) y dos años después, con el modelo 750iL, El mañana nunca muere (1997).

Al parecer Brosnan se sintió cómodo con BMW ya que repitió en El mundo nunca es suficiente (1999) con un Z8.

Pero con el cambio de milenio hubo vuelta a los inicios y, en Muere otro día (2002), 007 recuperó la línea Aston Martin con el modelo Vanquish.

Brosnan dejó paso a Daniel Craig y desde aquel último cambio, el Sr. James Bond lo ha tenido claro. Apuesta segura en Casino Royale (2006), Quantum of Solace (2008), Skyfall (2012) y Spectre (2015): el Aston Martin DB5 funcionó en la década de los 60 y con sus compañeros DBS y DB10 funciona en los 2000.

Durante 54 años y 24 películas, el agente 007 ha compartido protagonismo con vehículos auténticamente espectaculares. Acompañado de otros muchos coprotagonistas que no hemos nombrado en este artículo (como un Lincoln Mark VII, Audi 200 Avant, Ford Mustang Mach I, Jaguar C-X75, Ford Thunderbird, Ferrari F355…). Y es que la elegancia inglesa también ha ido reflejada en los vehículos exclusivos de este agente secreto que estrenará nueva entrega (la 25) en 2017.